El siglo XX español despierta en la nostalgia de las últimas colonias perdidas. La desamortización ha condenando a miseria a la población rural. Un joven estudiante de leyes da con sus huesos en la escuela de un pueblecito de Cáceres.

El Gobierno de la Restauración, tratando de mitigar la sangría de la emigración,  publica en 1907 una ley para la creación de colonias agrícolas. El estudiante maestro pone en marcha la tramitación de una colonia para Cañamero.

Otoño de 1923, trabajo e ilusión, los más pobres del lugar se convertirán en propietarios de la colonia más grande de España. El maestro, ahora alcalde, construye una nueva escuela para los niños que están y para los que van llegando a la sombra de la prosperidad.

La Guerra Civil interrumpe y destruye. Sobrevive el maestro y mantiene una labor callada y altruista, pero el rencor por el nuevo reparto impuesto de la tierra, que castiga a los ya derrotados y premia a los que supieron estar al lado de los vencedores, flota aún hoy en la calima espesa del verano.

Este relato nos cuenta la historia de un hombre y un pueblo entroncados por la casualidad.