Érase una vez dos vagabundos... no... tres... No, cuatro... Pero había otros, muchos diferentes... Los conocía. Desde hacía mucho tiempo.
Pero con ellos me sentí agobiado. Entonces algo sucedió y desaparecieron. Por la noche podía escuchar voces, fragmentos de preguntas complejas, gemidos, el aullido de millones de voces…
Una emoción inexplicable se apoderó de mí…