Ricardo Piglia, uno de los grandes narradores de lengua hispana, urgido por volver a su país, como si de pronto sintiera que se le está acabando el tiempo, renuncia a la universidad de Princeton, y regresa definitivamente a la Argentina después de muchos años de vivir en el exterior. Piglia se propone revisar exhaustivamente, por primera vez, su diario íntimo, un registro de 50 años de vida. 327 cuadernos idénticos, de tapas negras de hule, guardados en 40 cajas de cartón, lo esperan. Casi 20.000 días registrados. El archivo de una vida. Los
diarios son también una cápsula de tiempo de medio siglo de historia Argentina, desde el derrocamiento de Juan Domingo Perón en 1955 hasta las experiencias guerrilleras de los años 70 y más allá, hasta el difícil presente personal. Piglia empezó el diario a los 16, en un momento de crisis personal y familiar y también social, tras el golpe militar de 1955, cuando su padre fue preso. Ese cruce entre lo privado y lo público atraviesa los más de 50 años del diario y se convierte al mismo tiempo en el eje de la película.
Piglia se encuentra en un momento decisivo: de alguna manera está pensando en el fin y en lo que dejará. Revisar esa pila alarmante de cuadernos es una tarea pendiente que no está desprovista de tensiones. No es sencillo para nadie enfrentar el pasado y el diario puede ser un testigo incómodo. Piglia empieza la tarea, frente a nuestras cámaras, que le sirven de motivación y desafío. Le gusta correr riesgos. Es su vida privada, que se hará pública. Piensa en adjudicarle esa vida a un personaje literario, un alter ego que ha inventado a lo largo de sus
novelas: serían “los diarios de Emilio Renzi” pero el material es su propia vida. En algún momento piensa incluso si lo mejor no sería quemar los cuadernos. Esa tensión entre el deseo y la dificultad se transforma de alguna manera en el foco de atención y en un interrogante: ¿de qué manera uno se enfrenta a las anotaciones de 50 años de vida?, ¿qué nos devuelven esos diarios-espejos?, ¿cómo se contempla el pasado?, ¿para qué? La película es, en sí misma, una especie de diario cinematográfico que documenta, durante más de dos años, ese proceso íntimo de revisión de los cuadernos. Es decir: alguien que revisa, no sin dificultad, su propia existencia. En esos diarios están las semillas de toda su obra literaria, al igual que toda la obra
que nunca escribió. También está el hombre que olvidó haber escrito esas palabras y que recuerda una vida entera.
El paso del tiempo se percibe a través del registro audiovisual de las cuatro estaciones y de los distintos estados de ánimo del escritor en el curso del largo rodaje, reflejado en un lenguaje cinematográfico asociativo, de imágenes y metáforas visuales, en clave intimista. No se trata de reconstruir la biografía convencional de un escritor, por cierto. Pero en esa mezcla de presente y pasado, la vida de Piglia es como un río subterráneo que fluye debajo de la superficie, saliendo a la luz aquí y allá, en episodios que le dan a la película una línea vertebral, un relato que articula todo y que dejará al espectador con la sensación de haber asistido al develamiento de una vida. Es como si apoyáramos nuestro oído en su corazón.
RICARDO PIGLIA. Nació en Adrogué en 1940 y está unánimemente considerado un clásico de la literatura latinoamericana actual. Ha publicado cuatro novelas, Respiración artificial, La ciudad ausente, Plata quemada y Blanco nocturno, Los cuentos de Nombre falso, La invasión y Prisión perpetua y los textos ensayisticos de Crítica y ficción, La Argentina en pedazos, Formas breves y El último lector. La acogida crítica de la obra de Piglia ha sido excepcional, en Argentina y, últimamente, en España.
Ha sido distinguido, entre otros, con el Premio Planeta 1997 (Argentina), Premio Bartolomé March 2001 (España), Premio Iberoamericano de Letras José Donoso 2005 (Chile), Premio de la Crítica 2010 (España), Premio Rómulo Gallegos 2011 (Venezuela), Premio Casa de las Américas José María Arguedas 2012 (Cuba), Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas 2013, Premio Kotex de Brillante 2014: Letras y el prestigioso Premio Formentor 2015. Nombre falso y Plata quemada han sido llevadas al cine, respectivamente por Hector Babenco y Marcelo Piñeyro. La ciudad ausente fue transformada en una ópera por el compositor Gerardo Gandini, puesta en escena en el Teatro Colón de Buenos Aires. Es Profesor Emérito de la Universidad de Princeton, en Estados Unidos.