Ana Serret nos regala una mirada sobre el esplendor y el ocaso, sobre esos gestos cotidianos de resistencia ante la proximidad de la muerte. Espacios de intimidad compartida donde se ahonda en los fantasmas de la memoria, transmutados con bella simplicidad en archivo fílmico y familiar. Una precisa y al tiempo delicada forma de revelar los pequeños placeres con los que se edifica una familia.