«Recordé que mi abuelo Valentín guardaba los viejos cencerros de su rebaño. A través de su sonido se desempolva la estela del tiempo, la memoria trashumante y la propia vida, que es un camino o un tránsito cinematográfico. La película registra a los últimos pastores trashumantes de Tierras Altas de Soria. Los hermanos Pérez habitan horizontes milenarios componiendo a su paso la banda sonora del camino. Ecos de romances y leyendas transmitidos alrededor del fuego. De la voz de mi abuelo Virgilio La loba parda, un viaje por las veredas del recuerdo, un devenir o deriva del camino».
Cristina Ortega Blanco.