Cuando su novio yonqui acaba en la cárcel, los padres de Daria la llevan a rehabilitación para que deje la heroína y vuelva a ser una buena hija. Dentro de la clínica, su aparente inocencia le hace ganarse la protección de los drogadictos, en su mayoría hombres, pero pronto descubre que este trato especial tiene un alto precio.